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Verónica Murguía

El ángel de Nicolás

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  • Gaby TeDeciteerde uit4 jaar geleden
    llanto es el idioma que de verdad nos pertenece a todos, porque cualquiera que sea la lengua que hablemos, todos lloramos igual. El llanto era el idioma de la humanidad; el del Paraíso seguía siendo un misterio.
  • Samiraciteerde uit2 jaar geleden
    El único idioma que poseían los niños era el de las lágrimas. Sé que ése es el lenguaje humano primero. He visto, además, que en la muerte a algunos se les olvida el habla y se despiden de la vida entre moco y lágrimas, así que con frecuencia también es el último.
  • ximenaciteerde uitvorig jaar
    El miedo es como una túnica envenenada
  • Alma Torresciteerde uitvorige maand
    Casi a su pesar, Apolo tuvo una revelación. La fealdad de Marsias se podía destruir, estaba en su piel. Su belleza, en cambio, era invulnerable. Su hermosura no estaba sujeta a la erosión del tiempo, ni podía percibirse únicamente con los sentidos
  • Alma Torresciteerde uitvorige maand
    El sileno descubrió que su cuerpo tenía otra vida, separada de los pesares y las angustias que le había acarreado su aspecto. Su cuerpo no era sólo el motivo de las humillaciones y el recato; era fuerte, vigoroso.
  • Alma Torresciteerde uit2 maanden geleden
    La música hacía menos dura su soledad.
  • Alma Torresciteerde uit2 maanden geleden
    Sodoma el deseo y la belleza, efímeros y todopoderosos, son sagrados.
  • Alma Torresciteerde uit2 maanden geleden
    Y desde ese día rezó también por las almas de sus propios antepasados, quienes murieron convencidos de que los espíritus del bosque habían creado el mundo.
  • Alma Torresciteerde uit2 maanden geleden
    Se dio cuenta de que el infierno, esa suerte de eterna pira funeraria, no le inspiraba más miedo que la deslealtad.
  • Alma Torresciteerde uit2 maanden geleden
    Quedó convencido al saber que Cristo había resucitado a la hija de Jairo y a Lázaro. La resurrección de Cristo no lo impresionó tanto: los dioses, se sabe, resucitan. Odín, el dios del norte, permaneció colgado del árbol sagrado nueve días y nueve noches, para volver con sus poderes intactos. Pero Odín no prometía lo mismo a sus adoradores. Saber que él mismo, Radbod el frisón, resucitaría el Día del Juicio lo llenó de alegría.
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