Elena Ferrante

La Vida Mentirosa De Los Adultos

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  • Ana Saenzciteerde uit4 maanden geleden
    Ante la injusticia, dijo él, hay que reaccionar con firmeza, tozudez; tú le haces esto a tu prójimo y yo te digo que no debes hacerlo, y si tú sigues haciéndolo, yo sigo oponiéndome, y si tienes que aplastarme con tu fuerza, yo vuelvo a levantarme, y si no consigo levantarme más, otros lo harán y después de ellos otros más. Mientras hablaba clavaba la vista en la mesa y luego, de golpe, levantaba la cabeza, miraba a la cara a todos, de uno en uno, con ojos cautivadores.
  • Ana Saenzciteerde uit4 maanden geleden
    Dios es eso, una sacudida en una habitación oscura de la que ya no encuentro el suelo, las paredes, el techo. No hay que razonar, no hay que discutir. Es cuestión de fe. Si crees, funciona. Si no, no.
  • Ana Saenzciteerde uit4 maanden geleden
    Tu padre es más joven que tú. Tú te estás haciendo mayor y él sigue siendo niño. Seguirá siendo niño siempre, un niño extraordinariamente inteligente hipnotizado por sus juegos. Si no se lo vigila, se hace daño. Debería haberlo entendido cuando era una muchacha, pero entonces me parecía un hombre hecho y derecho.
  • Ana Saenzciteerde uit4 maanden geleden
    Un poco, pero después siempre acabo volviendo a todos los años en que fuimos felices y se me olvida odiarlo.
  • Ana Saenzciteerde uit4 maanden geleden
    Mentiras, mentiras, los adultos las prohíben y entretanto cuentan muchas.
  • Ana Saenzciteerde uit4 maanden geleden
    Es mía, concluí, porque yo la reconocí en la foto y mi madre no, porque yo sé enfrentarme al dolor y padecerlo y también causarlo mientras que ella no; ella me da pena, ni siquiera ha sido capaz de convertirse en amante de Mariano, no sabe darse alegría, y, flaca y jorobada como es, derrocha sus energías en páginas estúpidas para personas como ella.
  • Ana Saenzciteerde uit4 maanden geleden
    Negué con la cabeza, me hubiera gustado explicarle que no tenía ningún interés por la historia de sus peleas; solo quería que me hablara del amor, no conocía a nadie que pudiese hacerlo como ella. Pero lo que más deseaba Vittoria era hablar mal de mi padre, y pretendía que la escuchara, quería que yo entendiera bien por qué le tenía manía. Así, ella en la sillita arreglando sus flores, yo haciendo lo mismo con las mías acuclillada a menos de un metro, inició el relato de la disputa por la casa, el único bien dejado en herencia por sus padres a los cinco hijos.
  • Montserrat Montes de Ocaciteerde uit2 jaar geleden
    —¿Apoyo para qué? —dije—. Si no hacéis de esto una tragedia, ya veréis como Ida no necesitará ningún apoyo.
  • Montserrat Montes de Ocaciteerde uit2 jaar geleden
    Bastaba con mirar un solo instante a quien tuviese el privilegio de contar con una cara bonita para descubrir que ocultaba infiernos no distintos de los que dejaban traslucir las caras feas y toscas.
  • Montserrat Montes de Ocaciteerde uit2 jaar geleden
    Vittoria no sufre, Giannì, Vittoria hace sufrir
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