Desaparece al volver de su décima misión y nunca se encontraron rastros del avión ni de su cadáver. Como el Principito, volvió a su casa. En ese momento había dedicado diez años a escribir Ciudadela, su obra cumbre, y esperaba dedicarle otros tantos
se exilia y desembarca en Nueva York el 31 de diciembre de 1940. Durante su estadía en los Estados Unidos escribe Piloto de guerra, numerosas cartas y mensajes y El Principito
“... es difícil resumir en algunas palabras el recuerdo de tal hombre, de tal alma. Los caballeros de la mesa redonda, Lancelot, Parsifal... tales son los nombres que me vienen al espíritu para definir a mi amigo”
CUR NON, por qué no, y la divisa que aparece escrita en latín en la capilla del antigüo castillo –vamos nosotros también–, se encarnan en su existencia,