Se detuvo, inseguro, aunque esto no es del todo exacto, porque tenía una certeza absoluta sobre muchas cosas, como por ejemplo de que no quería saltar, de que no quería enfrentarse con lo que les perseguía, de que en el mundo espiritual Dosflores era muy pesado, y de que había cosas peores que estar muerto.
—Nombra dos —murmuró.
Y saltó.