Selfies

abrió los ojos y vio el mundo a través de un velo de lágrimas que lo hacía irreal.

La enfermera frunció el ceño, con esa firmeza que tiene la gente que gobierna los destinos de los otros.

Yo no lo intento –dijo con calma–. Le doy, y ya está.

alzó la vista hacia las enormes construcciones que se desplegaban en torno al Hospital Central

los síntomas eran parecidos a los del párkinson, aunque en realidad era otra zona del cerebro la que resultaba dañada.

activase la sirena y la luz azul. Luego apretó a fondo el acelerador.

Tenía las manos ásperas, y sus rasgos faciales estaban marcados por el trabajo

Puerto Sur, de cuando la zona era el baluarte de la clase trabajadora,

Aunque no había tapicería de terciopelo, podría haber sido un restaurante pakistaní de Londres.

se secó las lágrimas, y su mirada se agudizó.