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José Saramago

El Evangelio según Jesucristo

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  • Eduardo Floydciteerde uitvorig jaar
    sólo puede ser el Mal Ladrón, rectísimo hombre en definitiva, a quien le sobró conciencia para no fingir que creía, a cubierto de leyes divinas y humanas, que un minuto de arrepentimiento basta para redimir una vida entera de maldad o una simple hora de flaqueza
  • Christian Guamanciteerde uit3 jaar geleden
    qué es el hombre para que te intereses por él, qué es el hijo del hombre para que de él te preocupes, el hombre es como un soplo, sus días pasan como la sombra, cuál es el hombre que vive y que no ve la muerte, o que consigue que su alma escape de la sepultura, el hombre nacido de mujer es escaso de días y rico en inquietud, aparece como una flor y como ella es cortado, va como la sombra y no permanece, qué es el hombre para que te acuerdes de él y el hijo del hombre para que lo visites

    El hombre...

  • Christian Guamanciteerde uit3 jaar geleden
    el tiempo no es una cuerda que se pueda medir nudo a nudo, el tiempo es una superficie oblicua y ondulante que sólo la memoria es capaz de hacer que se mueva y aproxime.

    El tiempo

  • Christian Guamanciteerde uit3 jaar geleden
    Mira que somos desgraciados los de nuestro oficio, como si no nos bastara con practicar lo malo que la naturaleza nos dio, tenemos encima que ser brazo de la maldad de otros y de su poder.

    Sorprendente lo que menciona este soldado y como expresa a los demás esta maldad innecesaria.

  • Christian Guamanciteerde uit3 jaar geleden
    Así habría sido en la edad de oro, cuando el lobo, para no tener que matar al cordero, se alimentaba de hierbas del monte, pero esta edad es dura y de hierro, el tiempo de los milagros o pasó ya o está aún por llegar, aparte de que el milagro, por más que nos digan, no es nada bueno, si hay que torcer la lógica y la razón misma de las cosas para hacerlas mejores.

    Hacerlas mejores y torcer tal vez se refiere al sacrificio de cambiar las cosas.

  • Christian Guamanciteerde uit3 jaar geleden
    Y que no se diga que estamos anticipándonos a los acontecimientos poniendo nombre a un niño que aún está por nacer, la culpa la tiene el carpintero que desde hace mucho tiempo lleva metido en la cabeza que ese será el nombre de su primogénito.

    El ya lo sabia e incluso lo había visto antes de nacer...

  • Christian Guamanciteerde uit3 jaar geleden
    Cauteloso, sin querer saber, José preguntó, Sigue doliéndote, y ella no sabe cómo responderle, mentiría si dijera que no, mentiría si dijera que sí, por eso calla, pero el dolor está ahí, y lo siente, pero es también como si sólo lo estuviese mirando, impotente para socorrerlo, en el interior del vientre le duelen los dolores del hijo y ella no puede valerle, tan lejos está.

    Metiria por no lo siente en su cuerpo...

  • Christian Guamanciteerde uit3 jaar geleden
    En todo, así me dijeron que está escrito en la ley, la mujer deberá al marido respeto y obediencia, por lo tanto no volveré a decir que ese hombre no iba a mi lado, si tú dices lo contrario, diré sólo que no lo vi, Era el mendigo, Y cómo puedes saberlo si no llegaste a verlo el día en que apareció, Tenía que ser él, Sería más bien alguien que iba por su camino, y, como andaba más lento que nosotras, lo rebasamos, primero los hombres, luego las mujeres, y quizá estaba a mi lado cuando miraste, fue eso y nada más, Entonces confirmas, No, sólo busco una explicación que te deje satisfecha, como es deber también de las buenas mujeres.

    Este análisis y la forma en como piensa de María expone mucho de la forma en como se dictaba el pensamiento.

  • Christian Guamanciteerde uit3 jaar geleden
    No tuvo valor para preguntarle a la mujer qué hombre era aquél y si sabía por dónde se fue, que tan deprisa desapareció, porque no quería oír la respuesta que temía, una preguna capaz de dejarlo estupefacto.

    Tenian miedo a las mujeres, incluso por el origen del pecado.

  • Christian Guamanciteerde uit3 jaar geleden
    Alabado seas tú, Dios nuestro, rey del universo, que haces caer las ataduras del sueño sobre mis ojos y el torpor sobre mis párpados, y que a mis pupilas no retiras la luz.

    Incluso en estas cosas tan naturales daban gracias a Dios.

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