Kendal creía en el amor y la fidelidad. Aunque adoraba a su marido y a su hijo, no por eso dejaba de gustarle su trabajo. Jarrad creía que ambas cosas eran incompatibles. Contaba con que Kendal se dedicara a ser exclusivamente esposa y madre mientras él perseguía el éxito en los negocios… y a otras mujeres.
Jarrad estaba resuelto a no confesar su infidelidad, y Kendal no pensaba vivir con él en medio de la sospecha, así que su matrimonio parecía acabado, hasta que sucedió lo impensable. ¡Su bebé fue secuestrado! Obligada a recurrir al apoyo de Jarrad, Kendal comprendió que ni su profesión ni su dignidad significaban nada sin el hombre al que amaba y el hijo de ambos.