El ascenso a los cielos no parece peor que el descenso a los infiernos cuando un azafato veterano, en su último vuelo, le cuenta a una compañera primeriza lo que le puede pasar si no mantiene los pies en la tierra… a 993km/h, 42 mil pies de altura lejos de los que dejó atrás, bien abajo. Imagine, lector, vivir en la incierta frontera entre el despegue y el aterrizaje dejando pedazos de vida suyos por la tierra, pero también viviendo cientos de vidas tan distintas como aeropuertos en el mundo.
Emocionante, ingenioso, sincero, gracioso y crudo es el Toque de silencio en la tropósfera que nos interpreta Hugo Reyes Saab; el viaje que hacemos todos los seres humanos, montemos o no en un avión.