Una avioneta cae en el parque Amacayacu, lugar sagrado de los Yaguas amazónicos. Al llegar los rescatistas, sólo encuentran silencio, pero no fúnebre. No hay sobrevivientes ni cadáveres; nueve personas desaparecidas, sin rastro. ¿Dónde están? En la selva, si te pierdes, sólo queda rezar. El Hada de las Cadenas está escuchando.
«– ¡Mierda! –exclamó, adquiriendo por instinto una aterrada posición fetal. La pequeña sala de controles se iluminó como en pleno día, y un extraño ruido metálico se impuso ante los gritos– ¡Torre de Control! ¿Alguien me escucha? Nos están atacando, estamos cayendo… –Su estómago dio un violento vuelco. Iban en picada– Sophie… busquen a Sophie… Ella es la única que… –Un poderoso destello lo encandiló y todo se volvió silencio– ¡Sophie Deutiers, Santiago de Chile! ¡Sophie Deuti..! ¡Sant-tia…!
Nunca supo qué lo noqueó. Sólo que tenía los ojos negros, más negros del mundo.»