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Boeken
César Miguel Rondón

El libro de la salsa

Crónica de la música del Caribe urbano es el subtítulo de este libro, todo un clásico actualizado para esta edición cuando están a punto de cumplirse 40 años de su publicación original. La salsa, esa música de los barrios latinos de Nueva York, nació en la década de 1950 en los locales donde se reunían los cubanos, los puertorriqueños o los venezolanos emigrados a Estados Unidos. Y siempre fue la voz del barrio, de los amores contrariados, de la vida precaria, de los malandros y los desarraigados, una forma de llevar el Caribe al escenario de la gran ciudad.

La calle está durísima, cantaba Joe Cuba, y con esa frase condensó el espíritu de la salsa. Un son para bailar, para evadirse, para unirse a los compatriotas lejos de la tierra natal. Y aquí está su historia, la de la verdadera música popular que no es folclore, sino el sonido de la calle y del pueblo, con el vigor y la fuerza de artistas como Rubén Blades, Celia Cruz, las Estrellas de la Fania, Willie Colón, La Lupe y docenas de grandes personajes más que se analizan y celebran en este libro.
688 afgedrukte pagina’s
Auteursrechteigenaar
Bookwire
Oorspronkelijke uitgave
2017
Jaar van uitgave
2017
Uitgeverij
Turner
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Citaten

  • Victor Avilés Velazquezciteerde uiteergisteren
    En 1975 ya la salsa existía como tal, y en torno a ella se creó una moda que se tradujo en fabulosas ventas disqueras. Surgió entonces el famoso boom de la salsa, el fenómeno que difundió esta música a gran escala, pero que también la desvirtuó en una medida considerable creando todo ese cúmulo de confusiones que ahora flota en el ambiente.
  • Victor Avilés Velazquezciteerde uiteergisteren
    Todo el proceso comprendido entre 1965 y 1970 nos evidencia suficientemente la presencia del barrio. Fue un periodo confuso, lleno de búsquedas y de no pocos intentos fallidos. Ya veremos en el próximo capítulo cómo la influencia del pop internacional obligó a híbridos como el boogaloo, cómo el viejo matrimonio jazzístico se convirtió en descargas llenas de sonidos desordenados que hurgaban desesperadamente nuevas formas de expresión; asimismo, veremos cómo el primario son fue absorbiendo progresivamente todos los experimentos hasta llegar a convertirse en la forma por excelencia de la nueva música. Y en todo el proceso, el barrio fue el hilo conductor. Las letras volvieron a cobrar la autenticidad que habían perdido por culpa del glamour. Los arreglos, lejos de imbuirse en alardes esteticistas, trataron cada vez más de reproducir los sonidos de la calle, ruidos estrepitosos que conformaban la cotidianidad. Y los músicos, que ya no eran ni artistas ni estrellas, surgieron como simples personajes populares, elementos comunes que iban de la calle a la tarima, sin poses ni fanfarronerías. No siempre lo hicieron bien, es cierto, pero también es innegable que jamás dejaron de representar plenamente a todos esos ciudadanos que compartían con ellos la vida del barrio.
  • Victor Avilés Velazquezciteerde uiteergisteren
    Salsa implica barrio, y es esta la diferencia; los valores definitivos tan solo los brinda el barrio, el resto apenas afecta superficialmente.

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