parecía estar siguiendo aquel camino que su madre rechazó. Que se estaba convirtiendo en Nina, su abuela, quien no había hecho otra cosa en la vida más que abrirse de piernas, dejar que la montaran y cobrar jornales miserables. ¿Qué sería de Nina? El odio y el rencor le impedían averiguarlo. Aunque debía de seguir viva, no debía pasar de los sesenta años.