Las chicas no lloran

imprimir en su retina una imagen que me retratara como una chica de piernas brillantes y sedosas

Menos. Ella se rascó los ojos con los puños cerrados

cuando el chico cruzó corriendo una calle y un colectivo se lo

agarraba mis cosas y me iba a mi casa. Vos me llamabas al día siguiente y me pedías perdón sin saber por qué, solo para terminar la pelea. Y yo te perdonaba algo que tampoco sabía bien qué era por cansancio, porque había estado demasiado tiempo con vos y la idea de estar sola me hacía sentir un vacío en la panza, como si tuviera hambre.

Nunca fui una de esas chicas sin miedo. De esas que avanzan por la vida como si el mundo fuese un gran supermercado lleno de ofertas accesibles y llamativas. Yo siempre tuve miedo, siempre tuve vergüenza. Siempre fui demasiado consciente de

vieron morir a un compañero del curso.

fingí que no había escuchado bien. Levanté un poco las cejas con la vista fija en el celular. Jero me agarró un brazo y lo bajó como si fuera una palanca. Fue bastante brusco, pero después se quedó sosteniéndome la mano

Son todas iguales: árboles y pasto a los costados, luces de peajes a lo lejos, bultos de perros muertos en las banquinas.

¿No es este el mismo mar,

y ya no jugaremos en él como antes

¿No es este el mismo mar,

y ya no jugaremos en él como antes