El Capo

“El amor no nos destruye, las personas que profesan amarnos, sí”.

Nunca antes nadie se ha preocupado por mí, de mis gustos, de mis formas o algo tan superficial como mis preferencias musicales

Es mi mujer, por Dios, ella puede desear el mundo y buscaré la manera de ponerlo a sus pies

Irónico, quiero darle todo excepto lo que espera de mí, amor

Raze te hará compañía, si quieres salir de compras tienes dinero suficiente en tus tarjetas nuevamente, ¿debo avisar al banco que mi prometida tiene sus tarjetas y puede gastar unos cuatro millones hoy?

Joder, Emilie Greystone es adictiva.

Quiero más, quiero esto cada puta noche de mi vida. La quiero desnuda en casa, esperando mi polla. Demonios, no volveré a salir de su coño en años

No me considero machista, pero ahora mismo sería muy feliz de golpearme el pecho mientras grito como King Kong.

—Esto es ridículo. —Su frente se pega en el valle de mis senos y siento su aliento tibio erizándome—. Estoy nervioso... —confiesa.

—Yo también —digo llamando su atención, mis dedos se mezclan con sus hebras chocolates, las muevo de su frente para mirar sus ojazos azules—. Hazme tuya, Don.

Sabía que no debía confiar en sus palabras de anoche, “intentarlo” ¡Pff!

¿Por qué lo hacen? ¿No es más sencillo amar y ser fiel a una persona que andar follando a todas?

—Estoy bien, solo… ¡dioses!

—No debo hablar sobre eso delante de ti. Disculpa.

—Yo soy quien tiene que acostumbrarse, supongo… ¿pensé que nunca te disculpabas con nadie?

—Eres mi prometida, Em