El libro de las lágrimas

La mayor parte del llanto es nocturno. La gente llora de cansancio. Pero qué horrible es oír decir a alguien: «¡Sólo está cansada!». Cansada, sí; pero ¿«sólo»? No hay nada de «sólo» en eso.

Ovidio preferiría que tanto yo como otras mujeres nos contuviésemos:
No hay límite en el arte: en el llanto hay que llorar con
[gracia,

aprender a derramar lágrimas sin perder la compostura.

Mientras como con Gabrielle intento describirle esa sensación, la alegría de sentirme rodeada de ideas sin escribirlas. Como cuando conduzco para ir a comer a casa de una amiga. En tales momentos me disperso en pensamiento. Tengo la sensación de que mi conciencia empieza dentro de mí y luego se extiende más allá de mi cuerpo, como motas de polvo que viajan a mi lado y atrapan la luz

El libro, de Kate Colby, es extraordinario, y empieza con un epígrafe de Kate Greenstreet que sería un buen epígrafe para cualquier libro, o vida, o mundo: «Las cosas se aúnan porque son una».

Si se llora demasiado, con excesiva intensidad, pueden producirse lesiones que alteren físicamente la garganta.

Me descubro contándole a Zach que es algo que he sentido muy cerca, pero no quiero asustarlo y le digo que ahora estoy bien. Y creo que de momento es verdad

Me habla de la última vez que vio a su madre. Le preguntó a mi abuela si todo iba bien entre ellas. Me

Hace años la poeta Lee Ann Roripaugh habló de «Facing it» en un ensayo sobre cómo un poema puede funcionar como mecanismo terapéutico para liberar el dolor

lo bueno de

llorar es que

no tienes que

Escribir un poema no es muy distinto de cavar un hoyo. Es trabajo. Se intenta aprender lo que se puede de otros hoyos y de las personas que los cavaron antes que nosotros. La dificultad viene de aquellos que no cavan ni se pasan el tiempo dentro de hoyos, y que creen que estos hoyos no deberían ser tan húmedos, ni oscuros, ni llenos de gusanos. «¿Por qué no está tu hoyo lleno de luz?». Es que es un hoyo, señor