Expresándolo en otra forma, podríamos tal vez decir por analogía que lo más propio, lo más sano e irreemplazable, que anima el amor a Dios y al prójimo, es la oración: una oración sincera y bien hecha.
Cada uno de nosotros está inmerso en una lucha existencial que continuamente nos obliga a tener la mirada fija en el suelo y a ocuparnos, en forma tan intensa, de las cosas terrenas y de los problemas económicos, que luego nos resulta difícil dirigir la mirada hacia lo alto.
«Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos, muy lejos de mí» (Mt 15, 8; Is 29, 13).
Violeta Ramirezciteerde uit3 maanden geleden
a que lo más propio, lo más sano e irreemplazable, que anima el amor a Dios y al prójimo, es la oración: una oración sincera y bien hecha.
Violeta Ramirezciteerde uit3 maanden geleden
uno de nosotros está inmerso en una lucha existencial que continuamente nos obliga a tener la mirada fija en el suelo y a ocuparnos, en forma tan intensa, de las cosas terrenas y de los problemas económicos, que luego nos resulta difícil dirigir la mirada hacia lo alto.