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Silvia Molina

El abuelo ya no duerme en el armario

  • salvador emmanuel cabrera rodriguezciteerde uitvorig jaar
    Estrella brillante,

    la primera que veo,

    concédeme esta noche

    lo que más deseo.
  • Evciteerde uit3 jaar geleden
    Nos quedamos callados mirando las estrellas. A veces no es necesario hablar.
  • Evciteerde uit3 jaar geleden
    Dice que todo mundo discute, que está bien; pero que hay que tener cuidado para saber cuándo hacerlo y cómo.
  • la Monse que leeciteerde uit4 jaar geleden
    Estrella brillante,

    la primera que veo,

    concédeme esta noche

    lo que más deseo
  • Sara Aquinociteerde uit4 jaar geleden
    El abuelo me dejó su medalla, no puedo creerlo.
    También encontré esta notita:
    Capitán: Conduzca usted bien su nave.
    Sé que un día entenderé los cuentos del abuelo y entonces iré al puerto a buscarlo. Será una sorpresa. Cuando la abuela pregunte: “¿Quién toca?” El abuelo abrirá la puerta y me verá.
    Esta noche quisiera soñar con el abuelo. Me gustaría soñar que volamos juntos, otra vez, por la ciudad, y que le presento a Luci. Apuesto que le hubiera gustado conocerla.
  • Sara Aquinociteerde uit4 jaar geleden
    Por qué quieres estar solo? —preguntó.
    Ni modo de decirle que estaba incómodo conmigo mismo, que el abuelo se había ido y que yo no quería entrar en mi cuarto; y en última instancia, que porque se me daba la gana
  • Sara Aquinociteerde uit4 jaar geleden
    Creo que, tal vez, con el cuento me quiso decir que tengo que aprender a ser yo mismo, a estar sin él; y él, olvidar todo lo que ha sido y aprender a regresar a casa… a hacer otra cosa, a vivir de otra manera. Dice que a lo mejor entra de voluntario en la biblioteca del puerto o en el hospital de la marina. Todavía se siente fuerte para trabajar
  • Sara Aquinociteerde uit4 jaar geleden
    —Busco mi casa.
    —Pues yo sólo puedo enseñarte a ser marinero —musitó el viejo.
    —Ese oficio tengo y no puedo llegar a mi casa —le contestó.
    —Entonces, para llegar a tu casa tendrás que olvidarlo —sentenció el viejo y desapareció.
    Un día, el muchacho volvió a encontrarse a sí mismo.
    —Qué suerte —dijo—. No hay en el mundo nadie con tanta suerte como yo. Ya sé cuál es el camino a mi casa
  • Sara Aquinociteerde uit4 jaar geleden
    —No lo digas, capitán. Tiene que ser un secreto para que se cumpla.
    —No quiero que te vayas.
    —¡No pienses en eso!
    —No quiero que te vayas, abuelo. No quiero.
    —Pero no puedo dejar sola a la abuela. Me necesita.
    Yo también lo necesito. Nada va a ser igual cuando se vaya. ¿Quién me va a llevar al zoológico en bicicleta? ¿Quién va a ser el portero de mi equipo? ¿Quién calmará a mis papás? Pero, sobre todo, ¿quién hablará conmigo así como él? Dice que todo mundo discute, que está bien; pero que hay que tener cuidado para saber cuándo hacerlo y cómo.
    Quiero mucho a mis papás y creo que han aprendido la lección del abuelo, aunque siempre están ocupados y no tienen mucho tiempo para mí. Tengo que conformarme con jugar con Poncho y con Toño y soportar a Lulú que no se nos despega. Poncho tiene cuatro hermanos; Toño, sólo a Lulú, que vale por muchos; y yo no tengo ninguno.
    Entonces, el abuelo me preguntó si me acordaba del cuento del marinero.
  • Sara Aquinociteerde uit4 jaar geleden
    Estrella brillante,
    la primera que veo,
    concédeme esta noche
    lo que más deseo.
    Todos pedimos algo en silencio menos la boba de Lulú, que dijo:
    —Yo quiero un abuelo como éste
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