Civilizados hasta la muerte

menudo tengo la impresión de que estamos progresando hacia una manifestación moderna de nuestro pasado lejano, o hacia un precipicio. Nuestras desesperadas peregrinaciones van en busca de un lugar muy parecido al hogar que abandonamos cuando salimos del jardín y comenzamos a cultivar la tierra. Puede que nuestros sueños más apremiantes no sean más que el mero reflejo del mundo tal como era antes de que nos quedáramos dormidos.

Tal vez las formas de inteligencia distantes no han enviado señales porque se dieron cuenta de que donde están, de donde vienen, es exactamente donde quieren estar. No hay lugar como el hogar, Totó. Esta respuesta a la paradoja de Fermi también puede explicar por qué los seres humanos han llevado vidas extraordinariamente similares durante el 99 por ciento del tiempo que hemos pasado en este planeta. La vida era buena. Había muchos pajaritos, muchos pececitos, muchas nueces de mongongo. No había necesidad de «avanzar» o «progresar» desde donde estábamos. Éramos felices de estar allí.

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El fin de todas nuestras exploraciones

No cesaremos en la exploración

y el fin de todas nuestras búsquedas

será llegar adonde comenzamos

y conocer el lugar por vez primera.

T. S. ELIOT, Cuatro cuartetos
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Kathleen Tierney, la socióloga del desastre que dirige el Natural Hazard Center (Centro de Peligros Naturales) de la Universidad de Colorado, señala al «pánico de las élites» y subraya la función política de la NPP. Afirma que «las élites temen la alteración del orden social, los desafíos a su legitimidad». Este pánico de las élites se caracteriza por el «miedo al desorden social; miedo a los pobres, a las minorías y a los inmigrantes; la obsesión por el saqueo y los delitos contra la propiedad; la voluntad de recurrir a un uso letal de la fuerza; y las acciones emprendidas a partir de meros rumores».

La descripción que hace Fritz de las interacciones humanas que surgen espontáneamente en las situaciones de catástrofe es sorprendentemente parecida a la vida normal de los cazadores-recolectores, en cuanto que «compartir de forma generalizada el peligro, la pérdida y la privación produce una solidaridad íntima, principalmente grupal». Esta sensación de comunidad aúna necesidades grupales e individuales al ofrecer «un sentimiento de pertenencia y una sensación de unidad que raras veces se logran en circunstancias normales».

Las redes de pares son un reflejo de los valores humanos más profundos, alimentados durante los millones de noches que nuestros antepasados ferozmente igualitarios pasaron sentados alrededor del fuego contando historias, disfrutando de la presencia de viejos amigos y decidiendo qué harían al día siguiente. En la medida en que estas redes hipermodernas que la tecnología posibilita reproduzcan y den rienda suelta a los impulsos humanos primordiales de nuestros antepasados hacia la confianza, la fe y la compasión mutua, podremos acceder a un futuro que sea un digno reflejo de nuestro pasado.

llamada agenda progresista a menudo está en consonancia con los valores recolectores: una distribución más equitativa de los recursos, asistencia a las personas vulnerables, el respeto y la autonomía para las mujeres (incluyendo la igualdad salarial y los derechos reproductivos), un aumento de los fondos para programas de salud y educación, la aceptación de todas las religiones, etc. Una agenda más conservadora a menudo se adapta a valores agrícolas tales como los derechos individuales por encima de los de la comunidad, un control paternalista masculino del comportamiento sexual de las mujeres, el militarismo expansionista, la exaltación de la riqueza y el monoteísmo.

Cuando uno está perdido, un paso atrás puede ser un paso en la dirección correcta. Cada día más gente llega a la conclusión de que los planteamientos vitales que promulgan los mitos centrales de la civilización generan soledad, confusión, ansiedad y desesperanza en muchos de nosotros. Es necesario reexaminar prácticamente todos y cada uno de los aspectos de la vida moderna, y en todas partes se acude al entorno original en busca de orientación: partos naturales, carne de animales criados en libertad y sin crueldad, frutas y verduras orgánicas, organización horizontal en los negocios, economía compartida, sexualidades no binarias y configuraciones de relaciones flexibles, derechos LGTBQ, refugios minimalistas y finanzas personales, medicina complementaria, psicoterapia psicodélica asistida…

La ciencia es ciertamente una de las luces más poderosas que han iluminado el universo conocido, pero la luz de la ciencia puede ser oscura y espectral. Los que se empeñan en que no existe nada más allá de lo científicamente demostrable son como los niños que se tapan los ojos e imaginan que el mundo desaparece porque ellos no pueden verlo.

1977, David Bohm, el gran físico teórico, describió el circuito generado por nuestras creencias y lo que percibimos como realidad: «La realidad es lo que tomamos como verdad. Lo que tomamos como verdad es lo que creemos. Lo que creemos está basado en nuestras percepciones. Lo que percibimos depende de lo que estamos buscando. Lo que estamos buscando depende de lo que pensamos. Lo que pensamos depende de lo que percibimos. Lo que percibimos determina lo que creemos. Lo que creemos determina lo que tomamos como verdad. Lo que tomamos como verdad es nuestra realidad».