Alejandro D. Gatti

La biología no miente

Este libro ha llegado a tus manos por la misma razón que tú has decidido hacerte la siguiente pregunta: "¿Qué es en verdad la enfermedad y de dónde proviene?".
Este libro es una oportunidad, una llamada a la coherencia y una invitación sincera a despertarnos de la hipnosis de todo lo que nos han dicho acerca de la salud y la enfermedad.
Gracias a los descubrimientos del Dr. Hamer, ahora podemos comprender la lógica de la vida y los procesos sensatos de la naturaleza, que tienen como finalidad asistirnos para sobrevivir.
Enfermar no es perder la salud, como pensábamos, sino encontrar una oportunidad para crecer en torno a una nueva comprensión biológica de lo que enfrento: un proceso.
Enfermar no significa que mi cuerpo falla, que un mal funciona-miento orgánico está aconteciendo o que un sistema inmunitario es deficiente, sino que mi organismo está respondiendo a una necesidad de adaptación, y esta respuesta es la mejor posibilidad que mi cerebro ha concebido para garantizar este noble fin, incluso más allá de mis pequeñas e insignificantes pretensiones mentales.
Enfermar no es estar más cerca de la muerte que de la vida, sino, por el contrario, una oportunidad real para dejar de sobrevivir y comenzar a vivir, es el disparador para estar más en la vida, un puente hacia la honestidad con uno mismo.
Las cinco leyes biológicas son un mapa preciso, un saber médico-científico que permite conocer la etiología (origen) de cada singular síntoma. Este mapa nos devuelve el verdadero placer de ser opera-dores de la salud, como dice mi maestro Mark Pfister.
La biología nos atraviesa a todos, es la arquitectura basal de toda forma de vida en este planeta, y no podemos escapar de ella, como tampoco hacernos los distraídos. Conocer su lenguaje es la puerta hacia una vida libre de miedos y angustias. Espero que puedas encontrarte y reconocerte en este libro, pues habla sencillamente de ti, de tu naturaleza más pura y simple: un animal con percepción y conciencia.
194 afgedrukte pagina’s
Auteursrechteigenaar
Bookwire
Oorspronkelijke uitgave
2018
Jaar van uitgave
2018
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Impressies

  • Mily Sietedeelde een impressie6 jaar geleden
    👍De moeite van het lezen waard
    💡Heel leerzaam
    🎯De moeite waard
    🐼Schattig

    Me encantó muy buen libro

Citaten

  • Mily Sieteciteerde uit4 jaar geleden
    El método deductivo, basado en la observación y en la valoración inteligente de los más mínimos detalles de sus pacientes, es el arte y el don que denota House, haciendo las veces de Holmes; en última instancia, de Bell.

    Se sabe también que el Dr. Bell fue uno de los pioneros en la utilización de la medicina para colaborar con las investigaciones policiales. De ahí se desprende lo de la investigación médico-detective-criminalística que atribuimos a los protagonistas de este libro, House y Hamer. Bell decía que un estudiante de Medicina debe ser muy bien amaestrado en el arte de la observación, pues este permite arribar a las verdades ocultas de los pacientes, aquello que puede ser observado sin ser visto.

    En una ocasión, el profesor Bell muestra a sus alumnos a un paciente que tiene mareos, dolor de cabeza, náuseas y presenta un deplorable aspecto. Los estudiantes empiezan a lanzar diagnósticos hasta que el profesor los calla enfadado y procede a explicar que si se hubieran fijado con más cuidado hubieran detectado la botella vacía en el bolsillo del hombre para deducir fácilmente que este estaba ebrio y esta era la única causa de la «enfermedad».

    Ahora, en referencia al Dr. Ryke Hamer, podemos decir que su investigación y el riguroso y fascinante trabajo en el descubrimiento de las cinco leyes biológicas, originado tras la muerte de su hijo en un trágico y confuso incidente, conlleva las mismas características. El Dr. Hamer realizó su investigación científica en base a la precisa y minuciosa evaluación, al estilo detective-criminalístico, como le gusta decirlo, de cientos de casos donde, además de su impecable tarea enmarcada en la ciencia médica, se basó en la observación detallada
  • Mily Sieteciteerde uit4 jaar geleden
    En un día de descanso, mientras Quirón bebe junto a otros centauros, Hércules lo hiere accidentalmente en el muslo con una flecha envenenada con el veneno de la Hidra, produciéndole una herida incurable, incluso para sus dotes y conocimientos. Los dioses, como premio a su conducta ejemplar, le conceden el don de la inmortalidad y se encuentra entonces frente a la paradoja de no poder sanar ni morir.

    A Quirón le habían pedido que inventase un modo de eliminar a la Hidra, que estaba causando estragos. Lo hace, creando un veneno sin antídoto. Y al festejar la desaparición de tal flagelo, Hércules, el aspecto torpe de Marte, vuelca el carcaj con las flechas envenenadas, hiriendo a Quirón en el muslo para siempre...

    A esta herida, Quirón sumará el dolor de haber sido abandonado por su madre, y ante este sufrimiento se abre a los demás en la búsqueda del alivio necesario para sus males. Quirón conoce el dolor y el sufrimiento profundo, sabe de heridas del cuerpo y del alma, y este hecho le acerca al sufrimiento de los otros, otorgándole la sabiduría que proporciona el conocimiento y la aceptación de los propios pesares. Se convierte en el curador herido, el que tiene la capacidad de sanar los sufrimientos de los otros, aunque no pueda sanar los propios, algo que denota una conexión directa, en desmedro de la asimetría exagerada que suele existir en determinados médicos o terapeutas.

    Quirón era inmortal, así que estaba condenado a un dolor eterno. Y, según dice Liz Greene, astróloga y psicoanalista estadounidense-inglesa, le dolía y se comportaba como un animal herido capaz de morder hasta a su propio amo.

    Él podría haberse amargado, lamentándose de su dolor; también podría haber dirigido su dolor y su rabia contra los demás; pero en vez de ello, su dolor le hizo más sabio aún, le hizo aprender mucho más sobre la naturaleza del dolor, y eso le convirtió en el más grande de los sanadores de la mitología griega.

    Podríamos decir, entonces, que él era ya un sabio y que por
  • Mily Sieteciteerde uit4 jaar geleden
    pesar de que afirma que la vida no tiene sentido, realmente él encuentra el propio sentido de satisfacción interior en esta especie de «juego de ingenio», donde, sin importar cuántos órganos se extirpen innecesariamente de un paciente, él le salvará la vida. Claro que lo que queda después de pasar por House es un individuo casi íntegro, con posibilidades acotadas a la supervivencia. Recuerda que esto es ficción, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

    Para House la vida es un sinsentido, excepto cuando es un desafío. Por ende, él considera que la vida le pertenece y que, de no ser así, debe ir a conquistarla, pues vive en constante reto. Esta premisa se basa en la idea de que la vida nos pertenece, de que tenemos una vida; sin embargo, no la tenemos, sino que estamos en ella.

    Para Hamer, el polémico doctor de la «nueva medicina», la vida encuentra su pleno sentido en la comprensión de la sensatez de los programas biológicos que la naturaleza ha dispuesto para los seres vivos ante situaciones de amenaza a la supervivencia y propagación de la especie. A pesar de haber llegado al descubrimiento de las cinco leyes biológicas a través de la trágica e injusta muerte de su hijo, algo con lo que muchos seguramente perderían el sentido de existencia, Hamer encontró el motor que impulsó sus descubrimientos hasta el momento de su muerte. No voy a contar esta historia aquí, pues puedes encontrarla fácilmente en internet.

    Quizá podría pensarse que esta tragedia le dio sentido a la vida de Hamer, pero no es lo que él propone, pues el propio sentido de la vida se halla oculto en el inconsciente de la humanidad, y son estos programas biológicos sensatos los que se hacen conscientes cada vez que la supervivencia se encuentra amenazada.

    Para Hamer, la vida es el sentido en sí misma y nosotros somos parte de esa vida, más no tenemos una vida. El sentido de pertenencia es relativo y en función al reconocimiento de la existencia de un marco de contención mucho más grande que nuestras diminutas intenciones.

    Para muchos, el ficticio Dr. House muestra sobradas pretensiones para ser un vector de cambio en el ámbito de la salud en Occidente. A pesar de que House es una ficción dentro de otra ficción, las masas han quedado pegadas a la pantalla en busca, quizá, del propio deseo de autorrealización en la identificación con esta especie de «superhéroe» que salva vidas, utiliz

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