es
Boeken
Didier Eribon

Regreso a Reims

  • Anacarsis Ramosciteerde uit6 maanden geleden
    Me sentía desgarrado. Mal conmigo mismo. Mis convicciones se contradecían con mi integración en el mundo burgués, la crítica social que reivindicaba entraba en conflicto con los valores que se me imponían, ni siquiera puedo decir “a mi pesar”, pues nada me obligaba a aceptarlos, más que mi sumisión voluntaria a las percepciones y los juicios de los dominantes. En lo político, estaba con los obreros, pero odiaba tener raíces en su mundo. Probablemente, ponerme del lado del “pueblo” me habría provocado muchos menos tormentos internos y crisis morales si el pueblo no hubiera sido mi familia, es decir, mi pasado y entonces, a pesar de todo, mi presente.
  • Anacarsis Ramosciteerde uit6 maanden geleden
    ¿Por qué frecuentar un mundo burgués o pequeñoburgués me condujo a renegar así de mi familia y a que me avergonzaran hasta este punto? ¿Por qué interioricé las jerarquías del mundo social en todo mi cuerpo cuando, intelectual y políticamente, declaro combatirlas
  • Anacarsis Ramosciteerde uit6 maanden geleden
    El abuelo que conocí en los años sesenta (no pongo entre comillas la palabra abuelo pues efectivamente era mi abuelo, en la medida en que la familia, se adecue jurídicamente o no a los decretos de los detentores del orden social, siempre es fruto de la voluntad y la decisión y, en todo caso, de la práctica efectiva) trabajaba como limpiacristales.
  • Anacarsis Ramosciteerde uit6 maanden geleden
    Es probable que los sentimientos de desagrado que me inspiran en la actualidad aquellos que intentan imponer su definición de qué es una pareja, qué es una familia, la legitimidad social y jurídica que se reconoce a unos y se niega a los demás, etc., y que invocan modelos que sólo existieron en su imaginación conservadora y autoritaria, le deben mucho de su intensidad a ese pasado en el que las formas alternativas estaban destinadas a ser vividas en la conciencia de cada uno como desviadas y anormales y, en consecuencia, como inferiores y vergonzosas. Lo que sin duda explica por qué desconfío tanto de los llamados a la anormalidad que nos lanzan los defensores —igualmente normativos, en el fondo— de una no normatividad erigida en “subversión” prescrita, ya que, a lo largo de toda mi vida, pude constatar que normalidad y anormalidad eran realidades tanto relativas como relacionales, móviles, contextuales, imbricadas una en la otra, siempre parciales… Y también hasta qué punto la ilegitimidad social puede producir estragos psíquicos en quienes la viven con inquietud o dolor, y así provocar una aspiración profunda a entrar en el espacio de lo legítimo y “normal” (la fuerza de las instituciones influye ampliamente en esta deseabilidad).
  • Anacarsis Ramosciteerde uit6 maanden geleden
    Dejé de acompañar a mis padres a ese lugar. Para poder inventarme, antes que nada, debía disociarme
  • Anacarsis Ramosciteerde uit6 maanden geleden
    “trabajar en la fábrica no es de mujeres”, y se sentía tocado en su honor masculino por no ser capaz de satisfacer por sí mismo las necesidades del hogar, debió resignarse y aceptar que mi madre se convirtiera en “obrera”, con todas las connotaciones negativas con las que cargaba esa palabra: mujeres “desvergonzadas”, que hablan “duro”, e incluso que quizá tienen relaciones “a diestra y siniestra”, en resumen, “prostitutas”… Esta representación burguesa de la mujer de clase baja que trabaja fuera de su casa y en lugares donde se codea con obreros era ampliamente compartida por los hombres de la clase obrera, a quienes no les gustaba demasiado perder el control de sus mujeres o de sus compañeras durante varias horas por día y quienes, por encima de todo, se sentían aterrados por el espectro deshonrado de la mujer emancipada.
  • Anacarsis Ramosciteerde uit6 maanden geleden
    En ese momento, nunca se me cruzó por la mente la idea de que podía ir a trabajar para ayudar a mi familia; o bien la reprimía en lo más recóndito de mi conciencia cuando mi madre evocaba esa posibilidad y, en verdad, la evocaba con frecuencia).
  • Anacarsis Ramosciteerde uit6 maanden geleden
    La fábrica lo estaba esperando; estaba ahí para él y él estaba ahí para ella. Al igual que, más adelante, estaría esperando a sus hermanos, que harían como él. Como esperaba y sigue esperando a los que nacían y nacen en familias socialmente idénticas a las suyas. El determinismo social ejerció su influencia sobre él desde el momento en que nació. No pudo escapar a lo que le prometían todas las leyes, todos los mecanismos de lo que sólo puede llamarse “reproducción”.
  • Anacarsis Ramosciteerde uit6 maanden geleden
    la definición que propone es exactamente opuesta a la que encarnaban mis padres: para los medios populares, para la “clase obrera”, la política de izquierda consistía, ante todo, en un rechazo muy pragmático de lo que debía soportarse en el día a día. Se
  • Anacarsis Ramosciteerde uit6 maanden geleden
    ser de izquierda” es “percibir primero el mundo”, “percibir el horizonte” (considerar que los problemas urgentes son los del Tercer Mundo, más cerca de nosotros que los de nuestro propio barrio), mientras que “no ser de izquierda” sería, por el contrario, centrarnos en la calle en la que vivimos, el país en que vivimos
fb2epub
Sleep je bestanden hiernaartoe (maximaal 5 per keer)