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Clara Ramas

El tiempo perdido

Otra manera de pensar «el tiempo perdido», contra los nuevos melancólicos que piensan que pueden recuperar el objeto perdido y volver a una Edad Dorada que no ha existido y no existirá nunca.
Habitamos un tiempo crepuscular: crisis económicas, guerras, pandemias, malestar cultural… Asistimos al auge de discursos políticos asentados sobre la melancolía y la nostalgia de un pasado que fue mejor, incapaces de efectuar una interpretación con sentido del propio presente. Un futuro cancelado y un pasado que echamos de menos. En todos ellos se observa un repliegue de impotencia reaccionaria, agravio y resentimiento. Y, por encima de todo, una necesidad punzante: volver a casa.
Hoy, se da una respuesta melancólica a ese malestar que recorre la derecha y la izquierda. En El tiempo perdido, con la ayuda de Proust y algunos filósofos y filósofas, Clara Ramas nos propone una salida diferente. El melancólico se aferra al objeto amado y quiere volver a una Edad Dorada —la patria, el orden, los roles de género y de clase, la vida mejor de nuestros padres, la Transición, la Tradición—. Pero el retorno es imposible para nosotros, seres finitos, hablantes y modernos. Estamos siempre de camino, pero nunca del todo en casa. Pese a todo, quizás existe una milagrosa posibilidad de «recobrar el tiempo», pero ciertamente no será la que prometen los nuevos melancólicos y las fuerzas reaccionarias.
200 afgedrukte pagina’s
Auteursrechteigenaar
Bookwire
Oorspronkelijke uitgave
2024
Jaar van uitgave
2024
Uitgeverij
Arpa
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Citaten

  • Tamara Sandovalciteerde uit7 dagen geleden
    Pensaremos el pasado desde lo perdido, y no viceversa. No es que hayamos perdido un pasado que una vez tuvimos y que por ello nos sintamos vacíos, sino que, como se argumentará, es más bien al contrario: nuestra existencia como seres humanos consiste constitutivamente en estar siempre perdidos, estar siempre en camino, siempre en una cierta falta, un cierto vacío; y por ello tenemos la tendencia permanente a mirar atrás y adelante en busca de certezas, que sin embargo nunca podrán devolvernos del todo a un ansiado estado de plenitud originaria, porque nunca lo tuvimos.
  • Tamara Sandovalciteerde uit7 dagen geleden
    . El punto de partida es reconocer que no sabemos dónde estamos ni a dónde vamos. Este punto de partida ya es algo, ya emite un timidísimo, sumamente débil, apenas perceptible, haz de luz; timidísima, sumamente débil, apenas perceptible, pero luz al fin y al cabo. Lo fiaremos todo a esa tenue luz, a ver si acaso, tras recorrer el camino, podemos reencontrar algo así como una gracia perdida. ¿Cómo nos orientaremos en este laberinto?

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