Cincuenta sombras liberadas

—Anastasia, ya he caído —me dice en voz baja—. Ven aquí. —Tira de mi mano para atraerme a su regazo—. Me gusta tener acceso ilimitado a ti.

Esto es muy sexy. —¿Lo es? —Claro. Porque dice: «Este hombre es mío».

—Cincuenta Sombras —dice contra mi pelo. —Mi Cincuenta Sombras.

Mi favorito es uno con forma de corazón. Además es un relicario. —Puedes poner una foto o lo que quieras dentro. —Una foto tuya. —Le miro con los ojos entornados—. Siempre en mi corazón. Me dedica esa preciosa sonrisa tímida tan suya que me parte el corazón. Examino los dos últimos colgantes: Una C… Claro, yo soy la primera que le llama por su nombre. Sonrío al pensarlo. Y por último una llave. —La llave de mi corazón y de mi alma —susurra.

Abro la caja poco a poco y descubro una delicada pulsera con colgantes de plata, platino u oro blanco, no sabría decir, pero es absolutamente preciosa. Tiene varios colgantes: la torre Eiffel, un taxi negro londinense, un helicóptero (el Charlie Tango), un planeador (el vuelo sin motor), un catamarán (el Grace), una cama y ¿un cucurucho de helado? Le miro sorprendida.

Leo la tarjeta: Por todas nuestras primeras veces, felicidades por tu primer cumpleaños como mi amada esposa. Te quiero. C. x

De: Christian Grey Fecha: 5 de septiembre de 2011 09:25 Para: Anastasia Grey Asunto: Mi misión en la vida… … es mimarla, señora Grey. Y mantenerte segura porque te quiero. Christian Grey Entusiasmado presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

—Tú eres mi realidad, Ana —me susurra y me da un beso.

—Christian, tú eres como el gordo de la lotería, la cura para el cáncer y los tres deseos de la lámpara de Aladino, todo al mismo tiempo.

—Sí, gracias, Anastasia. —Su nombre, un bonito nombre para una chica bonita, me acaricia la lengua.