Federica Seneghini

  • Yatzel Roldánciteerde uit4 dagen geleden
    Si hubiese un deporte que la mujer no debiera practicar
    es, justamente, el fútbol.
    LO SPORT FASCISTA, diciembre de 1931
  • Yatzel Roldánciteerde uit4 dagen geleden
    Empezamos a jugar al fútbol más o menos al final del verano de 1932, año X de la era fascista, mientras Italia se deleitaba en eso que más tarde llamaron «los años del consenso». En parte por aburrimiento, en parte por contentar a Zanetti y en parte por hacer algo diferente de lo habitual.
    Pero no era nada fácil con esas faldas tan largas que nos obligaban a llevar. Y, encima, no teníamos los zapatos adecuados, no podíamos ir en manga corta y no podíamos alzar mucho la voz para no llamar la atención de los pequeños grupos que pasaban el domingo en los jardines como nosotras. Ni siquiera podíamos correr, al menos no mucho. Debíamos hacer todo con moderación porque, obviamente, éramos mujeres. Y el régimen había dicho en varias ocasiones que así debía ser el fútbol femenino: mode-rado.
  • Yatzel Roldánciteerde uit4 dagen geleden
    Cuando estábamos en familia, hablábamos en dialecto, y no dejamos de hacerlo cuando nos mudamos a Milán. Y a mí me gustaba porque casi me parecía que tuviésemos un código familiar que nos permitía mantenernos a flote en aquella ciudad con el cielo siempre blanco.
  • Yatzel Roldánciteerde uit4 dagen geleden
    Tenía cincuenta y cuatro años, seis menos que mamá, y para nosotras era como un tío. Todas lo llamábamos así y a él le gustaba, pero tan solo era un amigo muy querido de la familia, un socialista como nosotros que, durante algunos años, fue alcalde de Lodi: el primer alcalde socialista en la historia de la ciudad. Pero, sobre todo, Ettore Archinti era la única persona capaz de poner de buen humor a mamá. Tal vez también por eso era un alivio verlo en nuestra cocina.
  • Yatzel Roldánciteerde uit3 dagen geleden
    Después de todo, estábamos en 1932 y, como él, millones de italianos habían perdido la cabeza por el football, que el régimen rebautizó bien rápido como «calcio» para aparentar unos orígenes italianos de este deporte. Mussolini, «el primer deportista de Italia», comprendió que el deporte era un instrumento perfecto para controlar a las masas. Sobre todo el fútbol, por supuesto, «juego fascista» por excelencia y magnífica herramienta para construir nuestra identidad nacional.
  • Yatzel Roldánciteerde uit3 dagen geleden
    Sin embargo, el 27 de noviembre de 1932 fuimos por primera vez a San Siro y, cuando atravesamos la puerta, sentí que se me salía el corazón por la boca; parecía un rito sagrado. Ahí estábamos por fin en ese grandioso estadio al estilo inglés del que tanto habíamos oído hablar: cuatro tribunas en total en una zona de la ciudad que casi no conocíamos y donde llegamos aquella tarde en bicicleta, en fila de a uno, junto a un centenar de personas por las calles de Milán.
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    El fútbol era un juego maravilloso y nosotras íbamos a ser capaces de jugarlo de maravilla, lo iban a poder comprobar. Hubiéramos participado en los mundiales ese mismo día si nos lo hubieran pedido. Y, sin embargo, pensándolo bien ahora, fueron justamente esas cartas y esas ganas de hacernos oír las que nos perjudicaron.
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