La desobediencia civil es un método político de resistencia que consiste en una acción colectiva de desobediencia a una ley considerada injusta. Para que sea «civil», como en el siglo xix Henry David Thoreau (2008) denominó a sus primeras acciones de resistencia a la guerra contra México, uno debe desear quebrantar la ley por razones de consciencia. Para Thoreau, nunca debía ser un acto de delincuencia hecho secretamente por intereses personales, sino que debía ser realizado abiertamente. En el siglo xx, el activista indio y figura destacada de la desobediencia civil, Gandhi (2012), incorporó una dimensión esencial: una actitud exclusivamente no violenta que implicaba la voluntad (el resultado está siempre más allá de la voluntad) de perjudicar lo menos posible al adversario, tanto a su persona física y psicológica como a su familia o sus bienes. Gandhi rechazaba el antiguo criterio de que el fin justifica los medios; para él, los fines estaban en los medios.No era posible lograr metas justas con medios injustos. Consideraba los medios no violentos como la única vía para convencer a la gente de que sus fines eran justos y de que la lucha, por lo tanto, debía ser apoyada.