Es un libro que habla sobre la masculinidad, sobre la complicidad entre hombres, en cómo el cuerpo cambia y trae estragos de las decisiones pasadas, que si quieres tocar como hoy Paul Mcartney hay que tener una muy buena condición física (¡¡por cierto, abrió nuevas fechas para fines de este año!!).
Para mí fue un libro en el que reconozco a un personaje pasivo que deja que la vida lo lleve, nadando de “muertito” ante las circunstancias, incluso ante aquellas situaciones que son violentas o que no está de acuerdo con ellas.
Cuestionarse, tenemos que cuestionarnos todo el tiempo ¿por qué casarse? ¿tener o no tener hijos? Para dejar de vivir sin tomar acción como Yulian el personaje principal de la historia que sólo al final pone un alto y comienza a tomar decisiones. Está escrito como un disco, con lado a y lado b, con rolas de canciones en sus titulares. Y casi al final tiene un cuento que el protagonista recuerda que su abuelo le contaba a petición suya, es una joya y desde la mirada de cuatro animales ya de edad avanzada (un burro, una gata, un gallo y un perro), son despojados por no ser lo suficiente fuertes o útiles, y entre ellos se van uniendo con el ideal de hacer música y ganar dinero en Bremen. Acá dejo la cita:
“Cualquiera puede ser músico, lo mismo un niño que un viejo y lo mismo una mujer casada que una soltera. Todos pueden cantar, todos pueden silbar, todos pueden llevar el ritmo. Porque una canción alegra al que la escucha.”
Dicen que Antonio Ortuño es el heredero de José Agustín, dicen.
"Algunas personas dicen que no te arriesgues, y creo que no entienden de qué se trata todo esto. Solo vivirás una vez, así que aprovecha. Se trata de que no termines como los demás, con sus mismas estúpidas canciones y sus mismos jodidos bailes."
¡Que joya de libro acabo de leer! ¡Carajo! Es de esos libros que han sido un revulsivo, un descubrimiento, un cataclismo de proporciones heavymetaleras que me encendieron el corazón, me hicieron consciente de lo increíblemente dichoso que soy de poder hace música, de ser parte de ese universo que se diluye en mil pedazos cuando suena un riff, cuando acompaña un solo, cuando vibra con una canción hasta desintegrarse, que viva la música, el rock y la nula capacidad de rehabilitarme del hechizo musical.
En 1558, el monarca español Felipe II mandó una flota naval en el Canal de la Mancha denominada ‘La Gran Armada’ o ‘La Armada Invencible’, para destruir a Isabel I e invadir Inglaterra; de invencible nada, fracasó y naufragó en una situación climática desastrosa, dramática y vergonzosa.
Barry Dávila, un cuarentón que viste como metalero de los años ochenta, tiene un plan: reunir a La Armada Invencible, el grupo de heavy y thrash con el que pudo haber triunfado si las peleas internas y una sociedad sorda ante la crudeza de su música no le hubieran cerrado el camino. Más de veinte años después de la disolución de la banda, Barry busca a sus viejos amigos, achacosos y frustrados, para tocar juntos otra vez y reivindicar ese pasado inconcluso.
"Pero si el rock no ofende no es nada. El rock es un arte marcial, puta madre. No musiquita. Para canciones de amor están los demás. Esa mierda que vomitan la radio, la tele, o Internet, y que tanto les gusta."
El Rock es anti sistema, pero escribir sobre el supone un suicidio literario, sus fans son acérrimos y extremistas, necios, calificarán este libro de una pusilánime añoranza, pero hay que envejecer con dignidad mis hermanos, sin perder el ímpetu, hay que decirlo como es: a los jóvenes de ahora no les gusta el rock, y a los que nos gusta, empezamos cada frase con “a los jóvenes…” en fin. Ortuño escribe una novela nostálgica pero apabullante, llena de sueños insatisfechos, pero con la virtud suficiente para el último baile; lo retrata desde el humor, la nostalgia (que consumo a raudales) y la ironía, dejando un testimonio casi enciclopédico de lo que fue, ha sido y será el rock, ese que se resiste a morir.
"La puta vida es solo muerte administrada a gotitas. Y con un poco de mala fortuna, a chorros."
El rock no es solo un género musical, es un estilo de vida, una identidad, es una hecatombe vertiginosa que nos hace vibrar y vivir, electricidad que empieza con el riff de la guitarra eléctrica y termina machacando los problemas, los pesares y que te revitaliza; entiendan, pedimos las mismas canciones como si siguiéramos tirando puñetazos contra la vida.
Una cerveza por ustedes mi Gordo Aceves, por ti mi Barry, por ti mi Pato, por ti “Mustaine” (el mustio de la armada no el de a de veras), por Brenda a.k.a. “Anal Squirt Massacre”, hasta por “el intestino” chingada madre, por qué no, pero sobre todo por ti mi Yulian, enamorado de la lira y llevado al bajo por las circunstancias, eres el hito, la leyenda, el máster, dios del olimpo redimido en cuatro cuerdas con el que me he identificado a plenitud, me devolviste la fe y la música, gracias mi Yulian.