George Marcus (1999) sostiene que en el trabajo de campo se construye un tipo de complicidad que no responde a dimensiones ideológicas, políticas o morales, sino a orientaciones cognitivas e intelectuales que se manifiestan cuando el etnógrafo y los sujetos estudiados comparten una misma curiosidad y afinidad por conocer y comprender los vínculos entre las particularidades internas de sus vidas (por ejemplo, la vida cotidiana del Ejército) y las diferentes instituciones, procesos y actores sociales externos (por ejemplo, las políticas de defensa, la vida política del país, los valores sociales y culturales, los medios de comunicación, etc.).